Autores ingleses, Clásicos

Grandes esperanzas – Charles Dickens

Editorial Debolsillo; 660 páginas. Traducción de Jonio González.

Creo que el título de este libro podría estar mejor traducido. La traducción literal del original en inglés – ‘Great expectations’ – sería ‘Grandes expectativas’, el cual no suena muy bien. Sin embargo, fue mi madre quien recientemente sugirió uno que me gustó más: ‘Grandes ilusiones’. La palabra ilusión transmite lo mismo que esperanza, es decir, el deseo de que algo pase, pero evoca también una sensación de engaño. El protagonista vive una ilusión no sólo porque espera que pase, sino porque él mismo se ha engañado para creer en ella. Una ilusión tan grande que termina por definir su vida.

Esta es la historia de Pip, un niño huérfano que vive una vida modesta con su hermana y su cuñado Joe, en un pueblo rural de la Inglaterra de siglo XIX, cuya vida cambiará a razón de dos eventos. El primero será conocer a Miss Havisham, una mujer excéntrica que siempre usa su vestido de novia y vive en una mansión descuidada junto con Estella, una niña antipática pero muy hermosa. Pip quedará tan deslumbrado que empezará a sentir que tal vez su vida es demasiado sencilla. El segundo evento será la aparición de un benefactor secreto que lo hará heredero de una fortuna con la cual deberá mudarse a Londres para instruirse y convertirse en un caballero. Digno, quizás, de casarse algún día con Estella. A lo largo de la novela veremos cómo las ilusiones – o esperanzas – de Pip chocarán con la realidad, obligándolo constantemente a reajustarlas.  

‘Grandes esperanzas’ fue la penúltima obra de Charles Dickens, publicada ya en la cima de su fama. Al igual que muchas obras de la época, fue publicada primero en forma de serie entre 1860 y 1861 en la revista literaria All The Year Round – fundada por el mismo Dickens y en la cual publicaron también Wilkie Collins y Anthony Trollope – y después fue publicada como libro. Ahora es considerada una de las grandes obras de la literatura universal, concebida por un escritor consagrado, con el dominio total de sus habilidades y con la confianza que da el haber desarrollado un estilo propio e inimitable.  

En lo personal, es el primer libro de Dickens que leo. No me decepcionó. El lenguaje es encantador, con descripciones exquisitas y observaciones ingeniosas; con una trama que parece sencilla pero que reserva una serie de giros y sorpresas para el final. Sin embargo, lo mejor de esta historia es sin lugar a duda su elenco de personajes. Tenemos a Pip, un niño listo pero algo despistado – fácil de comprender debido a las dificultades de su infancia – que comete el clásico error de juventud de darle demasiada importancia a las cosas equivocadas, lastimando a quienes más lo quieren en el proceso. Pip es tan entrañable precisamente porque es a veces tan odioso, como todos lo hemos sido alguna vez. También está Joe, quien más que su cuñado es su mejor amigo, un hombre tosco a primera vista pero con más clase que la mayoría; Miss Havisham, una mujer perturbada por el pasado; y Magwitch, un presidiario que causará una gran impresión en Pip a temprana edad.

Al investigar un poco sobre la historia alrededor de este libro, encontré una reseña escrita el mismo año de su publicación, en la revista estadounidense – todavía vigente – The Atlantic, la cual ya la declaraba una obra maestra. Sería difícil argumentar lo contrario cuando el libro sigue siendo leído, así como adaptado a numerosas películas y series de televisión, 160 años después. Dickens era un experto en capturar la naturaleza humana con sus historias. Parece que ésta no ha cambiado mucho desde entonces.

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