Los recuerdos del porvenir – Elena Garro
Fondo de Cultura Económica, 296 páginas.
Quedé asombrada desde la primera página. Cómo no hacerlo cuando una de las primeras frases del libro es: “Yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.” Ya presentía que ésta sería una experiencia inolvidable porque pocos libros te cautivan así desde el principio. Sin embargo, a medida que continuaba, empezaba a preguntarme quién era exactamente el narrador. Después de llegar al segundo capítulo, le di la vuelta al libro para volver a leer la sinopsis y es ahí cuando me di cuenta de que el narrador era el pueblo; no la gente, sino el lugar. Entonces volví a empezar.
Los recuerdos del porvenir se desarrolla en el pueblo ficticio de Ixtepec, en México, y es el mismo Ixtepec quien narra la historia que sucede entre sus calles. Estamos en la época posrevolucionaria y el inicio de la guerra cristera, hacia finales de la década de 1920, y la población de Ixtepec vive bajo el control del general Francisco Rosas. Poco a poco vamos conociendo a sus habitantes: la familia Moncada, parte de la alta sociedad de Ixtepec; los militares y sus amantes secuestradas; Juan Cariño y las prostitutas, entre otros. Es un pueblo chico y conservador, ingenuo y envidioso, donde la gente está en los asuntos de todos.
La novela se divide en dos partes y cada una tiene como protagonista a una mujer. No necesariamente porque sean los personajes que más aparezcan o que más diálogos tengan, pero porque la historia gira alrededor de ellas y de las consecuencias de sus elecciones. En la primera parte se trata de Julia, la amante del general Francisco Rosas, la mujer más bella y misteriosa de Ixtepec. Julia es un enigma incluso para el general, quien sufre por “no poder ver lo que vivía dentro de ella” y se desquita con el pueblo. Es también, por esta razón, la mujer más odiada. Todo es culpa de Julia según los habitantes de Ixtepec. En la segunda parte, la historia se enfoca en Isabel Moncada, quien ha crecido junto a sus padres y hermanos en el ambiente aislado y asfixiante de la alta sociedad de Ixtepec. Isabel se siente como una extraña entre esta gente que le impone límites por ser mujer, pero su afán de buscar la aventura será su perdición.
Elena Garro no es tan reconocida como debería serlo, aunque eso afortunadamente está empezando a cambiar. Marginada por la comunidad intelectual mexicana por acusaciones de ser una “delatora del movimiento estudiantil del 68”, la escritora se vio obligada a salir del país y su trabajo fue olvidado por décadas. Siempre fue una mujer de carácter y opiniones fuertes lo cual seguramente no le ayudó; algo me dice que la historia hubiera sido distinta si se hubiera tratado de un hombre.
Aunque esta novela fue publicada en 1963, Elena Garro la había escrito diez años antes y algunos críticos la consideran una de las novelas referentes del realismo mágico, un término que al parecer a ella le disgustaba. Este libro es, como ella misma declara, un homenaje a su niñez en Iguala, Guerrero; una mirada nostálgica a la dura realidad de su pasado. Con una prosa bella y lírica, llena de descripciones de lo físico, lo psicológico y lo mágico, la autora nos transporta a este pueblo polvoriento y retrógrado, en donde la tragedia siempre es la que gana.
“La crueldad se ejercía con furor sobre las mujeres, los perros callejeros y los indios.” La violencia es omnipresente en Ixtepec, una violencia con muchas caras. El clasismo, el racismo, la misoginia y la crueldad pura retratan un México del pasado que reverbera en el presente. Los recuerdos del porvenir es una novela de un pueblo atrapado en el tiempo, dentro de un país que parece seguirlo estando, y hasta no ver algún rayo de sol entre la oscuridad que lo rodea, parece muy congruente que la gran novela mexicana sea una tragedia.
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