Ediciones Era; 137 páginas.

En esta colección de seis cuentos, José Emilio Pacheco nos presenta a personajes que abarcan desde la adolescencia hasta la vejez y se enfrentan a lo frustrante o lo desconocido, o a lo frustrante de lo desconocido, utilizando siempre un lenguaje sencillo e ingenioso y un toque de humor que caracterizan al autor.

En el cuento que le da el título al libro, “El principio del placer”, Jorge escribe en su diario sobre sus primeros encuentros con las decepciones de la vida (amorosas y de otros tipos); “La zarpa” relata la confesión de una mujer que ha envidiado a su mejor amiga desde que se conocieron; “La fiesta brava” retrata el síndrome del impostor que experimenta un escritor; en “Langerhaus” un narrador poco fiable (o no) nos cuenta sobre un viejo compañero de la escuela; en “Tenga para que se entretenga” ocurre un crimen que puede o no tener algo de sobrenatural; y en “Cuando salí de La Habana, válgame Dios” un hombre se encuentra en un viaje en barco con un destino inesperado.

También en estos cuentos se deja ver un destello de los problemas que han plagado la historia de México (y lo siguen haciendo) como la corrupción y la violencia, y la exasperación al encontrártelas de frente y no poder hacer nada al respecto, así como nuestra predilección por las falsas cortesías y nuestra inclinación hacia la envidia.

José Emilio Pacheco, quien murió en 2014, es considerado uno de los grandes escritores mexicanos. Escribió un poco de todo: novelas, artículos, ensayos, traducciones, guiones de cine, pero es quizás en la poesía donde se destacó más. En “El principio del placer” demuestra que también fue un excelente escritor de cuentos, con la habilidad de plasmar en pocas páginas la angustia que significa vivir: “No entiendo por qué la vida es como es. Tampoco alcanzo a imaginar cómo podría ser de otra manera.”

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